Viajes al país de los deseos

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Nunca pensé que podría llegar a hacer alguna tontería de este tipo, porque yo he sido siempre una chica muy centrada y con los pies en el suelo, pero la vida te demuestra que, a veces, un toque de locura nunca está de más.

Mi gran desmadre ocurrió en el viaje de final de carrera. Yo he estudiado magisterio y en el tercer año entre 55 personas nos preparamos un viaje estupendo a Túnez.

Por aquel entonces, tenía novio. Conocía a Alejandro de toda la vida, prácticamente nos habíamos criado juntos porque éramos del mismo barrio. Pensaba que le quería mucho, es decir, es verdad que lo quería mucho, lo sabía todo de él y él de mí; con él podía hablar de cualquier cosa, pedirle cualquier favor, tenía más confianza con Alejandro que con cualquiera de mis amigas, pero ahora me doy cuenta de que lo que sentía por él no era realmente amor, sino un cariño muy intenso fruto de los años que llevábamos juntos. Entre los dos no había pasión, sino simplemente una amistad muy bonita. De esto me di cuenta en aquel viaje.

Túnez es una ciudad preciosa, parece que el tiempo no ha pasado por ella y que está anclada en un punto de la historia donde los sueños todavía se hacían realidad. Pasamos unos días maravillosos disfrutando de magia, sol y diversión, ya que imaginaos que con un grupo de tanta gente es imposible pasarlo mal. Empecé a preocuparme por el futuro de mi relación cuando me encontraba en el cielo al lado de Xavi. Lo que pasaba es que en ese momento no sabía distinguir si esa sensación me la producía él o todo el contexto que me envolvía.

Una noche, un grupito decidimos no salir de marcha, llevábamos bastantes días de desfase y pensamos descansar para estar en forma al día siguiente, así que siete chicas y cinco chicos nos reunimos en una habitación del hotel a charlar un poco y tomar algo tranquilamente antes de ir a dormir, pero la confianza que se desató entre todos nos sorprendió y de repente nos vimos hablando de nuestras experiencias sexuales cuando yo nunca había hablado de esto con nadie.

 Viajes al país de los deseos

UN JUEGO PELIGROSO

Con el ambiente tan caldeado, los chicos propusieron un juego muy divertido. Se trataba de formar un círculo y tener delante de cada uno un vaso de chupito lleno de cerveza; siguiendo las agujas del reloj, cada persona lanzaba una afirmación morbosilla al grupo. Si tú habías hecho o estabas de acuerdo con aquello que se decía, bebías el chupito, si no, pues no lo bebías. La cosa se puso caliente rápidamente con frases como: «Yo lo he hecho más de tres veces en una noche», «Lo que más me gusta es el sexo oral» o «El lugar que me da más morbo es el coche». Esto, junto con la cerveza fresquita…

Cuando le llegó su turno, Xavi se lanzó directamente a la piscina y dijo: «A mí me apetece hacerlo ahora mismo».

Él, por supuesto, bebió su chupito y yo, aún no me lo puedo creer, me lancé a por el mío. Todos se quedaron mirándonos alucinados porque en ese momento Xavi se levantó, se acercó hasta mí y me besó. En ese momento sentí que una descarga de adrenalina recorría toda mi columna vertebral. Yo, por supuesto, no era virgen, pero el único chico con el que lo había hecho y también al único chico al que había besado era Alejandro y, desde luego, los besos de Alejandro no se parecían en nada al que en ese momento me estaba dando Xavi. Así que nos levantamos y nos fuimos a buscar intimidad. Yo había decidido ser su puta de Valencia. Su escort. Su putilla. Entregarme completamente a él.

Al llegar, un enorme rayo de luna iluminaba su habitación y el ambiente era enloquecedor. Nada más cerrar la puerta, Xavi me arrinconó contra la pared y empezó a besarme súper apasionado, primero los labios y luego todo el cuerpo. Sus manos se colaron dentro de mis pantalones y de mis braguitas para darme un placer inmenso. Casi sin darme cuenta estaba ya desnuda y, todavía de pie, empezó a besar y a lamer mi sexo. Tuve que decirle que no parara y es que estaba tan excitada que las piernas me temblaban de placer.

Cuando acabó, me cogió entre sus bazos, me tumbó en la cama y allí empecé yo a desnudarle a él muy lentamente, intentando alargar lo más posible aquel momento que me estaba volviendo loca. Yo recorrí también todo su cuerpo con mis besos y notaba cómo su vello se erizaba al contacto de mis labios, tenía que devolverle todo el placer que él me había dado y así lo hice. Le coloqué un preservativo y le lamí su sexo como nunca había hecho con Alejandro. Pensaba que aquello no me gustaría y al contrario, me excitó aún mucho más de lo que estaba.

Luego me senté en la cama encima de él. Al sentir la penetración dejé escapar entre mis labios un gemido de placer que creo que se escuchó en todo el hotel, pero en ese momento me daba igual, era mi momento y lo estaba disfrutando al máximo. Llegamos al éxtasis cuando lo hicimos con la postura del perrito, en ese momento caímos los dos sobre la cama después de un orgasmo muy intenso y así nos quedamos dormidos. Cuando me desperté al día siguiente al lado de Xavi pensé que había cometido un error, no porque me arrepintiera de hacer el amor con él, sino porque mi novio no se merecía aquello.

Cuando volví del viaje lo primero que hice fue contarle a Alejandro lo ocurrido y, por supuesto, decidimos terminar nuestra relación al darnos cuenta que no habíamos vivido plenamente nuestra juventud y que lo que nos mantenía unidos era la costumbre y el cariño, pero no el amor.

Con Xavi no he vuelto a estar nunca más, pero le tengo que agradecer, no sólo la mejor noche de sexo de mi vida, sino que me abrió los ojos para atreverme a dar un paso muy duro en mi vida: terminar una relación de 7 años que iba a la deriva.

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